Desde este Café de París un abrazo a todo París

Desde este Café de París un abrazo a todo París
El Puente de las Artes ("Pont des Arts") bajo la noche de París. Es el puente de los candados del amor, el puente de los enamorados.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Café de París. Homenaje a la ilusión y a "la música más hermosa del mund

El Café de París, para los “corazones ensoñadores”, como muchos de nosotros, es la caja de música en la que se guardan nuestros más hermosos sueños. A veces, es necesario destaparla y abrirla, para escuchar la armonía deliciosa de sus melodías, los acordes de un nostálgico acordeón, la dulzura de un violín o un cello, la intensidad de las notas de un piano, o aquel mágico carillón que hacía sonar la musiquilla de la vieja “caja de música”.

El Café de París es… además, un homenaje a aquella “música más hermosa del mundo” que un día comencé a escribir y a envolver con la música más maravillosa del universo.

Quizá, veamos esa imagen de espaldas
El Café de París es, también, el lugar en donde se guardan los aromas de las sonrisas y los instantes de los recuerdos que jamás olvidaremos. Por eso, no deberíamos de resistirnos a entrar en él, pero a través de la puerta de los sueños, para encontrarnos con esa imagen, aunque la veamos de espaldas, porque… su magia nos convertirá en testigos de aquella escena tan maravillosa que ocurrió en nuestro Café de ilusiones. 

El Café de París es… ¡cómo no!... un espacio empapado de magia, lleno de esos personajes tan entrañables que son “mis amigos con alma sensible”, aquellos que aún conservo y que me regalaron su compañía y su afecto durante ¡tantos años! Es un lugar lleno de sugerencias, que solo conocen, quizá, muy pocos de esos amigos míos. Y es también un escenario fantástico en el que conseguí una actuación única y exclusiva, para celebrar el acontecimiento del milagro de cuanto ofrecía ese Café, con la intervención de 3 grandes “damas de la Chanson” que yo he adorado siempre: Francoise Hardy (*), Sylvie Vartan (*) Jane Birkin (*); y en la que tampoco podía faltar la sugestiva interpretación de Stephanie Valentin (*), envuelta en luces de rojo pasión, ni la apasionada e intensa Patricia Kaas (*). Ellas cantaron en un concierto memorable e inolvidable, y sus asistentes jamás podremos olvidarlo. Aquel “Café de París, tan deliciosamente pequeño e íntimo, esa noche se hizo tan grande que pudo cobijar todos los sueños de quienes asistimos a un espectáculo increíble y hermoso. Yo tuve la suerte de grabar ese recital desde un lugar privilegiado del Café y todos los temas de aquella velada están a disposición de los amigos que me lo pidan; yo se los regalaré, con todo el cariño.

Stephanie, envuelta en color rojo,
cantando en el Café de París
Pero volviendo a los orígenes de la razón de mi homenaje a “la música más hermosa del mundo”, recuerdo que cuando decidí hacer la selección y el montaje de este álbum que titulé “Café de París”, pudiendo hacer así un homenaje de recuerdos a un rincón virtual exclusivamente de solo esos mágicos asistentes imaginarios, quise gratificar a quienes, entre mis amigos, más calaron la sensibilidad del mensaje musical de mi álbum, no solo con ese aroma de la ilusión de su exquisito café, sino con el carácter refrescante y nostálgico de una colección de temas empapados de la brisa de la música de París, pero también con todo un derroche de guiños simbólicos y de sugerencias.

Con el mensaje de poesía y música de mi Café de París, quise evocar el aire y el ambiente de un París con sabor a acordeón  y a recuerdos de un Sena (*) que, a veces, suele aparecer en el cuento de mis sueños. Por ello, se me ocurrió extraer de mi colección algunos de sus fragmentos más significativos, quizá aquellos, que durante los siete años que tardé en escribir y en seleccionar mi modesta obra, con el particular mensaje de su sonido, me dieron más satisfacción y recrearon en mí esa dosis de fantasía y de ilusión, que necesito ahora para seguir buscando más de esa poesía que contiene ese océano musical tan maravilloso, como es el de las nuevas“bandas sonoras”, que sirven de fondo y argumento para comunicarnos con ese fantástico mundo de los sueños que aparece en el cine.

El bello París, la ciudad del amor
Además, introduje en ese álbum musical algunos temas que son piezas simbólicas de esa leyenda que nos recuerda el bello París (*), la ciudad del amor, y que nos devuelve el mensaje de otras épocas, pero interpretadas por una de las orquestas más representativas: la Orquesta Montavani (*)También añadí alguna de las reliquias, si no las que mejor representan ese popular estilo “musette”, sí las que evocan ese singular peregrinaje parisino “con olor a calle estrecha, absenta, simbolismo y bohemia, en donde a menudo asoma la desesperanza y el desamor”, como aquella vieja melodía que interpreta el “accordion” de Tony Murena (*) y el de Louis Peguri (*), extraído de una recopilación grabada en los años 40, que precisamente se titulaba “Café de París”; o la frescura de esos valses de Jean Corti (*), recogidos,  sin dejar atrás ni ese Romance de barrio, de Emilio Bertrand, ni la aparición del mismo Jan Holland (*), intérprete de esa "música más hermosa del mundo" (*) que ya conocen mis amigos como "Encuentro en París(*) ni el simpático vals “La Victorine”, al que yo he renombrado como “Café de París”, y con las que, entre todas, nos traen el sentimiento de la estampa empapada de un París ensoñador y bellísimo.



Tampoco podía faltar en los volúmenes del álbum, la introducción y colofón con esos temas magistrales de algunos de los grandes compositores que suelo elegir, extrayéndolos de parte de esas exquisitas bandas sonoras del cine. Con ellas, marcadas en el primer caso, con el sello de una breve obertura, no dejo de ocultar el comienzo de un relato de sentimientos y emociones, ni la sugerencia de esas necesarias notas de esperanza que jamás dejaremos de buscar, y que siempre quedo reflejadas en la conclusión, Así, y en ambos casos, dejo entrever la fascinación del diálogo instrumental y la descripción emotiva que expresa la intensidad de la cuerda, el viento y la percusión en todas esas composiciones.

Dos artistas tocando "Encuentro en París"
En la descripción musical del álbum he querido evocar, a los que nos dejamos llevar por la ilusión de nuestros sueños, toda una galería de imágenes emotivas, envuelta de ilusión, en el recorrido por la magia de un París eterno y romántico, y un paseo por los sentimientos que, de una forma u otra, expresan nuestros corazones y sugieren a veces nuestros ocultos deseos; y ello, mediante la sugestiva representación de significados visuales que aparecen al final de este espacio en las imágenes enmarcadas con sabor a brisa de la música de París, como también a través de la celebración del sonido de un acordeón, de los violines y el cello o de la fiel compañía de un piano, y siempre, dentro de esa dimensión impresionante, que es la música.

Y es que, buscando reconciliar un epílogo más emotivo y descriptivamente ensoñador, se me ocurrió ensalzar más aún toda la amalgama de sabores musicales d ”accordion parisien” (*) y mezclarlos, mediante esa anarquía que me caracteriza, quizá, con la pomposidad y grandilocuencia de esos poemas sinfónicos que ilustran algunas hermosas bandas sonoras y que me han servido en mi obra, como obertura o preludio, y también como conclusión o epílogo, con toda la elocuencia que he reproducido a través de mi fantasía de relatos. 

He querido, también, quedar aquí una muestra de algunos de mis versos, dedicados a parte de los temas musicales de mi álbum, dibujados en forma de cuento, y que aparecen en su libreto:

Poema que ilustra un tema (*) en que describe la "estampa del Sena, ambientado con el color mágico y nocturno del acordeón", y que representa el más deseado de los sueños de... la dama del Sena: aquel nostálgico paseo a través de un crucero nocturno. La pintura musical nos hace, en este tema, la frescura de una noche romántica y... la sonrisa de esa "dama del Sena". 

“Me gustan los recuerdos de una noche sobre el Sena,
y en aquel puente, escuchando el acordeón.
Me gusta soñar con los besos mojados de la brisa,
con la emoción de aquel abrazo, y tus suspiros… de pasión”

Y éste, es un poema que ilustra, también, ese tema que yo renombré como "Café de París", describiendo cómo un ilusionado amigo consigue volver a ver a su dama, aquella que lo había olvidado, y le pide bailar en el Café de sus sueños ese vals, sucediendo que, en realidad, no era su dama la que bailaba con él, sino sus sueños; porque... lo cierto es que él nunca sabría que  solo bailaba con su propia ilusión. Le quedaba el recuerdo de su sonrisa y el de sus ojos, pero su fragancia era tan fuerte que el destello quedó aún en sus brazos mientras le parecía que bailaba el vals en aquel Café de París.   
La buscaba en el olvido, de quimeras e ilusiones
El artista escondió ese destello bajo el retrato de un desconocido;
pero yo conservo su imagen en la foto original
entre mis sueños perdidos y en mis cuentos y ficciones
y no había duda, porque junto a mi musa, estaba ella
en aquel retrato de aquel bohemio pintor

Era el destello de un rostro,
un reflejo entre las flores.
Sé que ahora la imagen se ha ido,
quizá se fue tras su destino.
Solo quedan los retratos de mi musa y sus amigos

Quizá, aquella noche, la encontré;
que perdido en oscuros bulevares,
su fragancia me llevó a aquel Café.

Quizá, cuando entré en sus lugares
y creyendo que con ella yo bailé
solo fue con un hada de mis mares

Quizá, el duende de la noche se la llevó con sus amores
y no supe que abrazando a su imagen, en  mi danza
No supe que solo abrazaba mi reflejo de ilusiones,
y que bailaba aquel vals con un mis sueños de colores
solo tuve su reflejo, en mis sueños de colores.

Y aquel destello que fuera el reflejo más luminoso del espejo del universo de mis sueños...

Perdió aquella sonrisa clara y hermosa,
la de un color transparente,
la de una estampa de otoño,
la que lucía entre cellos,
la que se mojó de sus labios
su eterno ramo de rosas.

La que ofreció un corazón generoso,
la que pintó en Barcelona un artista
y que brilló en una tarde lluviosa.
La que soñó ese poeta gozoso
por dibujar el Café de París
y aquel encuentro en el Sena.
La que acabó en una historia amorosa
y salpicó a un desencanto su pena.


Patricia Kaas  (*), estrella de la chanson del Grand Cabaret, en un alarde interpretativo, apasionado y emotivo, también; iluminada también de rojo en su rostro, nos declama estos versos:

"Con el tiempo, todo se va; 
el amor que adoramos, 
que vemos en una mirada,
o en aquellas palabras bellas

o en tus juramentos... 
bajo l
 as estrellas"

Aunque aquel ilusionado amigo, embelesado mientras escuchaba a la chanteur, pensaba así:

“Con el tiempo, todo se va
y desfallece 
y hasta el más grande amor 
se desvanece.

Se olvidan las voces
se van las pasiones
se aleja el calor

de aquellas canciones”
Con el tiempo, nuestras ilusiones
se ven al revés
y aquel que fue “nuestro  mundo”
ahora, helado y vacío, es...
un gran Cabarét”

También... y aprovechando un tema musical de los incluidos en el álbum, destacar mi perspectiva de la ilusión, como puerta de entrada a ese Café de París, que es también nuestro "Circo de la vida":

Por eso, con el mismo color y sabor romántico que describe un tema


Cuando necesitemos soñar... siempre nos quedará
un Café de París en algún rincón del universo
Bueno... yo quería deciros, amigos míos, que en ese Café de París, que cada uno de nosotros conoce y sabe que está en alguna parte de su maravilloso universo, están... allí guardadas... todas esas sonrisas felices que celebramos… aquellos días. Y en ese fantástico Café, también están los colores y aromas de los instantes que más nos gratificaron y el sabor del café que los acompañó. Solo hay que entrar en él, como ya os dije, a través de la magia de esa puerta de nuestros sueños.




Para los que lleguen a leer mi “fantasía literaria”, esa que escribí en mi libro El Café de París, con la recopilación de la música de su álbum, sabrán que esa obra estará dedicada a ellos, o al menos a quienes gustan de “colarse” en el café de su ilusión, a través de esa “puerta de los sueños” que le lleva a escuchar aquella melodía que guarda en su recuerdo y que puede imaginar en “su vieja caja de música” o en este Café de París.
                 
Pero sobre todo, su música, también está dedicada, simbólicamente, a mi amiga Audrey, que por eso está aquí, sonriendo, y a un destello que solía brillar en el reflejo de mi espejo, pero que se apagó en silencio y de improviso, y jamás supe ya de él.

Y finalmente, también esa música, está especialmente dedicada a aquellos de “mis amigos” que supieron entender “la música más hermosa del mundo” que yo les ofrecí. Pero, sobre todo, a los que, como en aquella otra dedicatoria que ya les hice una vez, pudieron escaparse a ese universo maravilloso de sus sueños y pusieron su propia letra y relato a algunos de los poemas musicales que contiene este álbum titulado El Café de París.
















Ángel González "Rusty Andecor"

Quiero aclarar a mis amigos visitantes que los textos subrayados con un asterisco (*) al margen, al igual que el título de este artículo, contienen hipervínculo de enlace con vídeos musicales, si se activan con un clic sobre dicho texto.


Mientras terminaba de escribir parte de la "literatura" de mi libro musical "El Café de París", tenía en mis oídos ese legendario y hermoso vals "Sous le ciel de Paris" y recordé la vieja canción, de la que os quedo aquí una versión de Eva López, mi artista invitada para este rincón de mi Café (haciendo clic en el título). Entonces, busqué mi inspiración para componer unos versos basados en el mensaje que, de alguna forma, creo que quiso decir el artista que dibujó lo que vio… bajo los cielos de París. 


Dos enamorados bajo el cielo lluvioso de París
Este poema se lo dedico muy especialmente a esos “amantes de París” que yo he dibujado en este mágico Café. Y también, para vosotros..


Bajo el cielo de París cantan dos enamorados,
su alegría, sus rubores,
sus secretos más callados,
su esperanza, sus amores,
mientras llueve "dans les rues et sur la Seine",
y se abrazan y se besan, empapados

Otros enlaces (haciendo clic) que reproducen tres actuaciones de Eva López, mi artista invitada para este rincón del Café de París:  La vie en roseParlez-moi d´amour y L´accordéoniste.

Stephanie Valentin, otra de mis "debilidades francesas", con su violín, improvisa una actuación callejera en una calle junto al Sena, acompañando, entre otros y ¡nada menos! que al acordeonista Jo Labita, en el grupo Jazzimuts. El tema es Viaggio (Hacer clic en él).  Os invito a que lo disfrutéis.

Miraba de cerca la escena, quizá me encontraba en el Sena ...allí en mi Café
-

Miraba de cerca la escena,
Miraba de cerca la escena,, pintada en aquel carrusel,
quizá me encontraba en el Sena en sueños de un anochecer
(... era una presentación de diapositivas)
pintada en aquel carrusel;
quizá me encontraba en el Sena
en sueños de un anochecer.

Mas pude escuchar su perfume
envuelto en la noche más fiel;
un piano cantaba una pena,
un desventurado querer.

Después repasé mis recuerdos,
lejanos, contigo una vez;
soñé que acabó mi condena
y entré en un hermoso Café.




Porque... sin pretender ser empalagosamente pretencioso con esa decoración aparentemente "refinada" y cursi de mis versos, esa "presentación" de diapositivas sucesivas y que regalé en mi definitiva despedida a quienes fueron mis amigos, envuelta en la pintura de un Sena nostálgico, unas veces encantado, otras lúgubre, me lleva, con sus aromas nocturnos y su música pletórica de melancolía, al recuerdo de una vieja promesa con la que habría de haber empapado mi identidad en aquellas aguas dibujadas con penumbras e impregnadas de valses perfumados de acordeón. Porque... ese maravilloso Sena y su ensoñado "encuentro" puede llevarnos, a los que conservamos la ilusión de sonreír cuando contemplamos algunas de estas imágenes, a esta mágica caja de música llena de recuerdos y de esperanzas... llamada Café de París.


Ángel González "Rusty Andecor"


Para aquellos amigos míos... de siempre, que entren en este Café de París:

Un café... mientras aparezco entre tus sueños

"De mi lealtad hacia vosotros,
ante el olvido
y ante ese tiempo que pasó;
de mi recuerdo y de mi amistad
si os he cumplido,
y del trabajo entre compañeros
y compartido en complicidad;
de anecdotarios
de discusiones y de tertulias
y de comidas y de cafés,
os quedo muestra de mi último rastro:
mi reflexión, una vez más
y de un café pintado en sueños, 
con los latidos de corazones
que os pertenecen y os ennoblecen
y con el brindis de mi lealtad.
Porque es momento de ilusiones
porque es el tiempo de Navidad"


.




Os he buscado un reservado, para los que sentís la nostalgia de evocar aquellos maravillosos cafés que compartimos... ¡tantas veces! Yo mismo puedo serviros ese café, o tal vez... una copa.
Es un reservado para vosotros, mis amigos de siempre. Os invito... ¿una copa? ... con mucho hielo?
Y para ese destello que desapareció y que debe encontrarse en algún universo lejano, he preparado este reservado, iluminado muy suavemente, porque si aparece, con su brillo y sus radiantes colores... seguro, seguro que inundará con su luz y su belleza este lugar de... su Café de París.



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