Desde este Café de París un abrazo a todo París

Desde este Café de París un abrazo a todo París
El Puente de las Artes ("Pont des Arts") bajo la noche de París. Es el puente de los candados del amor, el puente de los enamorados.

viernes, 28 de marzo de 2014

"El ritmo de la lluvia", un poema musical de la naturaleza que nos regala con su caricia

La lluvia en "Desayuno con diamantes" (Clic) 
"La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de somnolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje"

"¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacífica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!"
  
Son dos de las estrofas de ese precioso poema, "Lluvia", de García Lorca, y que he extraído entre todos sus versos para dejarme acariciar por la nostalgia de mi sentimiento, cuando escucho la lluvia y siento sus gotas cayendo sobre mi rostro, precisamente ahora en primavera.
  
Cada vez que llueve, de forma tranquila y serena, en otoño o en primavera, cuando su ritmo se hace música, con el sonido de su goteo y de su roce a través del viento, pienso en aquellos versos con los que empezaba un viejo poema que escribí una vez: "Llueve, mi amada, llueve / caen empapadas las hojas / y los campos se han mojado / y hasta el sol se ha perfumado...".
  
Pero también, la dulce música que sus gotas componen cuando caen, me recuerda a una extraña pero maravillosa poesía de sonidos: la de "El ritmo de la lluvia". Y me recuerda a esa vieja canción "Rhythm of the Rain", que un día, allá en el año 1963, cantaban "The Cascades" y que fue número 1 durante 12 semanas en las listas de éxitos de EEUU.
  
"El ritmo de la lluvia", protagonista musical, hoy en mi sentir y en mi blog, ha sido un tema versionado por innumerables intérpretes de la música y de la canción. Una de las mejores adaptaciones, para mí, fue la Chris de Burg, quien incluyó su "Rhythm of the Rain" en un álbum que grabó en 2008.
  
Sin embargo, quizá por una razón sentimental, la que me llevó a adorar siempre a mi dama de “la Chanson”, me quedo con la versión de Sylvie Vartan, mi musa de la música de los años 60. Aquel tema fue uno de sus primeros éxitos, de los más conocidos cuando se dio a conocer en el Olympia de París. “El ritmo de la lluvia” de Sylvie, grabado en 1963, cuando aún "The Cascades" mantenían su gloria en EEUU, puso una nota romántica para los que ya empezábamos a sentir el ritmo del rock de aquellos años. En el enlace siguiente, vemos la versión francesa de Sylvie, "En Ecoutant la pluie", en la grabación de una de sus actuaciones en televisión que hizo años después.
  
Y termino con el poema de García Lorca.
  
   "Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte".

domingo, 15 de enero de 2012

El cuento de la Dama del Sena y el viejo poeta ("La légende de la Dame de la Seine et le vieux poète)

La belle dame de la Seine recorre las calles de
París, para encontrarse con su poeta, en el Sena.
Quizá su equipaje contenía lo que había prometido
a su amigo para hacer… un largo viaje.
(Casualmente, encontré la pintura que,
según la leyenda, describe a la Dama)
(Dicen que "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia". Por eso, si algún indicio o seña de este cuento parece estar relacionado con algún acontecimiento o personaje real, es evidente que no es más que una casualidad. Es la imaginación del autor de este relato y la leyenda que pude recuperar y tal vez mitificar, la que me llevó a darle vida a este suceso)
Cuentan que una vez una dama muy hermosa y elegante hizo un largo viaje, desde un “universo muy lejano”, y llamó a un viejo poeta, amigo suyo que había conocido mucho tiempo atrás, para agradecerle y reconocerle el afecto y la devoción que tuvo hacia ella, al hacerla su musa y la inspiración de todos sus poemas. Por ello, le pidió reunirse, para poderlo ver en un lugar de la eterna y romántica “Paris la Belle”, en… un encuentro en el Sena.
Cuentan que, habiendo acordado ya la cita, precisamente allí en una orilla muy cercana al “puente de las artes”, aquella “Dama del Sena”, como la leyenda la llamaría después, recorrió presurosa las calles y bulevares de París, para encontrarse con el viejo poeta y poder entregarle “algo más” que el testimonio de su gratitud, contribuyendo así al deseo de ambos de hacer realidad sus sueños, el de verse un día en la magia del Sena.
Dicen que, llegado el momento, cuando se produjo el encuentro en el Sena.
Había transcurrido un tiempo, tal vez inconmensurable para el poeta y para la dama. Quizá el tiempo no formaba parte de la necesidad o de hacer posible la felicidad de aquellos seres que se habían encontrado. Quizá el encanto era solo un instante súbito e inapreciable o precisamente un hechizo que había detenido el tiempo, y al que seguiría el principio de… un sueño eterno.
Cuenta la leyenda que en aquel instante, en que la proximidad de los dos enamorados se producía, bajo el cielo de París y las luces aún del crepúsculo del atardecer, y sobre el romántico puente de los enamorados, junto a la mirada sonriente de la dama podía verse un presente que, de su mano, ésta ofrecía al poeta; parecía...  ¿una rosa de mazapán? Entonces, muy despacio, el poeta comenzó a acercarse a su bella dama para coger aquello que tanto le atraía y también para envolverse con el perfume y el sabor de su sonrisa y que ahora veía en aquella aparición.
El Puente de las Artes (“Pont des Arts”) o  Puente de los candados. Es el puente más romántico de París

Lugar de la barandilla del puente de los candados,
en donde y según la leyenda el poeta debió contemplar
la imagen de su ilusión, para lanzarse después al Sena,
al querer abrazarse a ella.
Dicen que aquella escena se sucedió entre el transcurso en que las luces del atardecer caían y el anochecer estrellado y sereno, sobre aquel “pont des arts”, y en el marco de la quietud de las aguas tranquilas y oscuras del Sena. Y dice la leyenda que, mientras el poeta se acercaba a la imagen de su dama y contemplaba su sonrisa y el resplandor de su semblante, ella no dejaba de invitarle para unirse a un abrazo, en tanto que el mágico escenario que formaba la visión de la dama parecía alejarse hasta quedar suspendido encima de las aguas del Sena.

Pasarela de madera del ”Pont des Arts”, animado por
músicos y artistas, ajenos esa noche a un viejo poeta
que se apresura a saltar por la balaustrada
del puente para alcanzar su sueño.
Y fue entonces cuando, sin darse cuenta ni ser consciente de lo que hacía, dejándose llevar por el impulso de su propia mano, que se extendía hacia adelante como para querer conseguir abrazar aquella visión, olvidándose del escaso espacio sobre el que se hallaba en el puente, el poeta desafió sus límites y no dudó en ir tras su ilusión y saltar al vacío.
El poeta había reconocido “la música de la voz de su dama”, que le decía, susurrándole: “Estoy aquí, mi viejo poeta, mi eterno amigo del alma; pues comprendí que tenía que venir a este lugar, a las orillas de nuestro amado Sena, para encontrarme contigo y para darte las gracias por no haber olvidado tu querido destello y haberlo pintado en tus versos, como la dama de tus sueños. Por eso, te ofrezco este presente, el que tengo en mi mano, porque sé que con él puedo endulzar tu corazón y aliviar tu pena, la que tienes desde que comprendiste que nuestro amor es imposible y solo puede ser un sueño y su destino está aquí, en las profundidades del Sena. Y por eso te traigo mi sonrisa, porque si la abrazas puedes fundirla con la tuya”.
Cuentan que alguien pudo contemplar en las oscuras aguas
del Sena, esa noche, la imagen de esos dos rostros muy
unidos y juntos a ellos la cola plateada de una sirena.

Cuentan que, mientras el poeta, en su afán de unirse al abrazo y seducción de la sonrisa de su belle dame, no pudo evitar perseguir esa imagen, ni precipitarse después sobre las frías, apacibles y tenebrosas aguas del Sena, y sumergirse dentro de sus profundidades. Y cuentan que la música de aquel vals dejó de escucharse, produciéndose después un silencio estremecedor.
Dice la leyenda que quienes se encontraban aquella noche en las inmediaciones del lugar del suceso y los que pasaron muy de cerca, embarcados en los bateaux que navegaban por el río, pudieron contemplar, sobre las oscuras aguas, la imagen de dos rostros muy unidos que sonreían felices. Aunque algunos observaron cómo junto a ellos podía distinguirse la cola de una sirena que se movía también, al compás de las aguas.
Un amigo que conoce la historia, pudo conseguir esta foto
del acordeonista que toca el vals cada tarde, en el puente.
Y se dice, además, que quienes se acercan al lugar, en la medianoche, a la misma hora en la que todo aconteció, y también en sus proximidades, cada nochese oye la música de aquel mismo vals, el del "encuentro en el Sena"aunque no se sabe de dónde procede, pero esta vez interpretado, no por aquel acordeón, sino por el sonido de un piano, cuyas notas expresan una profunda, aunque bella tristeza. Algunas noches, cuando hay luna llena, se oye el canto también muy triste de una sirena; como si quisiera decir algo cuando suena aquella músicaq. Y en el puente, muy próximo al lugar junto a la barandilla en donde el poeta se lanzó al Sena, al querer buscar el abrazo de la imagen de la Dama para unirse con ella, suele encontrarse, allí sentado, sobre las tablillas de madera y cada atardecer, un acordeonista que toca aquel vals, imitando con toda su fidelidad la melodía y con el mismo aire y sentimiento con el que, según se dice, se oía cuando se produjo “el encuentro” entre los dos amantes.
Daniel Pipard, “Le Peintre du Pont des Arts”,
fue quien reprodujo el retrato de “La Dama del Sena”,
aunque esta foto (de Robert Doisneau) no corresponde
a la ejecución del retrato, sino al de una bailarina.
Soy Rusty Andecor, músico retirado y componedor de versos, aunque eso sí, como eterno aprendiz. Lo cierto es que, además de conocer la leyenda, tengo un amigo que quedó también fascinado por los acontecimientos de esta historia y sé que se adentró en el lugar del “encuentro” y en el ambiente que rodeaba al momento en que la dama y al poeta se reunieron. Mi amigo Bernard, al que conocí aquí en Coria, donde vivo, hace unos 30 años cuando ejercía su actividad docente en un centro de la ciudad como traductor de francés, y que vive desde entonces en París, muy cerca del Sena, se ocupó de averiguar que un artista llamado Daniel Pipard, el que aparece en la foto, pintó el retrato de quien, coincidiendo con los rasgos y la expresión que la identificaba, parecía que debía tratarse de la Dama del Sena. Mi amigo Bernard indagó, preguntando al pintor ya retirado, y éste le dijo que su aparición ante él se produjo, curiosamente, ya después del suceso que debió acontecer tras “el encuentro”, según se supo de aquellos que contemplaron después los vestigios aparecidos sobre las aguas del Sena. El artista le explicó que el retrato era un encargo que ella tenía que entregar a cierta persona, aunque no llegó a tener tiempo de conocer la identidad, de ésta ya que al terminar el trabajo, pudo darse cuenta que la dama había desaparecido. El retrato se lo compró un pintor que vino exclusivamente preguntando por él, al parecer sin haberlo visto anteriormente. La foto reproducida pertenece a una colección del prestigioso fotógrafo parisino Robert Doisneau, llamado “El pescador de imágenes”, aunque quizá el momento de la ejecución de ese retrato no corresponda con la del de la pintura de la Dama del Sena.

Me sorprendió la sonrisa de aquella dama y la que vi en ese auténtico
retrato de la Dama del Sena ...con algo que ofrecía de su mano.
Lástima que ese auténtico retrato no sea el que aparece aquí, en la foto
del pintor. Alguien quería impedir la identidad de la imagen de esa

Dama y la hizo desaparecer (¿quién es la que aquí aparece?)
El artista que lo adquirió, según parece, vivía en Barcelona y solía exponer los caballetes con sus retratos en el Paseo de las Ramblas. Hay un hallazgo que yo tuve la suerte de encontrar, precisamente en ese paseo, en una ocasión durante una visita que hice a esa ciudad. Me llamó la atención el retrato de Audrey Hepburn. Pero junto a él, había otra imagen: una dama que sonreía y que mostraba algo que ofrecía en su mano derecha. Me sorprendió la composición tal y como la recordaba, según la leyenda de la Dama y, cuando me interesé por el cuadro, el artista me respondió que se trataba de la Dama del Sena y que el autor del dibujo era un colega suyo de París llamado Daniel Pipard. Pude foltografiar el caballete con el retrato y los demás que allí colgaban, y también el artista de espaldas. A la mañana siguiente volví para investigar sobre el origen del retrato y por si podía adquirirlo, sin importarme su precio. Pero el pintor ya no estaba allí y no pude encontrarlo por más que indagué. Encargué a una amiga mía que hizo también una visita después a Barcelona que lo buscase; le di una copia de la foto que hice, pero ella tampoco encontró al artista.

En frente, mi amigo Bernard, dirigiéndose al lugar del
del encuentro durante la tarde en que allí nos embrujamos
con la atmósfera de aquel puente y de su leyenda
A decir verdad, nunca más se supo del regreso de la dama ni del poeta a un nuevo “encuentro en el Sena” , como tampoco se volvió a oír el vals que tocaba aquel desconocido acordeonista, aunque tras muchas indagaciones supe de un vals titulado “Anette”, cuya melodía era completamente idéntica a la que se escuchó aquella noche en que la dama y el poeta se encontraron en el romántico “puente de las artes”, sobre el Sena. Y lo cierto es que, hace pocos meses hice una visita a París, vi a mi amigo Bernard y los dos estuvimos una tarde, hasta muy avanzada la noche, disfrutando de aquel hermoso puente. Quisimos buscar la atmósfera de aquella noche e imaginar el suceso, o tal vez su ilusión. Pero antes tuvimos ocasión de ver y hablar con René, el acordeonista, que nos llevó al lugar en que, según se dice, se produjo el momento en que la belle dame de La Seine llevó a le vieux poète hasta las frías aguas del Sena. Allí, René solía tocar su acordeón, interpretando algunas de las musettes y de los valses con el sabor más parisino. Cuando lo encontramos, no parecía dispuesto a contarnos nada de lo que él podía conocer de aquella historia, pero supimos encontrar su punto débil cuando le preguntamos por el vals del "encuentro". Nos dijo que lo aprendió de un viejo acordeonista que había conocido años atrás y que también lo solía interpretar en el mismo lugar. Al parecer, el viejo, que por desgracia ya había fallecido, conocía algunos detalles más de la leyenda, tales como que el nombre de la Dama del Sena era Annette, y por esta razón alguien, o él mismo, compuso aquel vals.

Y finalmente… hay un rastro que nos queda de “la legénde des amants de la Seine”, el del misterio de los candados. La tradición dice que los enamorados que se juran amor eterno en el puente de las artes, llevan un candado allí y graban sus nombres o iniciales antes de cerrarlo. Lo atan en el enrejado de la barandilla, a veces con una cadena, y lo cierran, tirando la llave al Sena. El compromiso queda sellado con un abrazo y un beso, para significar que su amor va a perdurar por los siglos de los siglos. A veces, los enamorados borran después sus propios nombres para evitar que el maleficio de las sirenas celosas de su amor les envíen alguna desgracia. Se sabe que el ayuntamiento de París los hace desaparecer cada cierto tiempo para preservar la estructura del puente, pero cada mañana, después que los empleados de limpieza hacen su trabajo, el candado de la dama y el poeta aparece enganchado en el mismo lugar. René nos contó que, la última vez que se hizo este "asalto" a la tradición del juramento de los amantes, se quedó allí vigilando .toda la noche para ver quién llevaba y ataba el candado del "encuentro en el Sena" en el sitio en donde siempre estaba. No pudo darse cuenta de cómo apareció de nuevo; quizá fue un descuido por el sueño, pero allí volvía a aparecer el candado del amor, con la fecha en que volvía a renovarse el juramento, el 10 de abril de 2010, y una frase que decía "amantes para toda una vida de amor infinito". Los nombres estaban borrados, pero René nos hizo ver el rastro de las palabras dame y La Seine.

Mágico momento de la noche y lugar en donde debió
producirse la ilusión del abrazo de los amantes del Sena
Bajo el cielo de París
y sobre el puente de las artes,
en la magia de una noche
y a la espera de un encuentro,
cuando el vals sonó en abril
cortejando a dos amantes,
un silencio sobrecoge
y es seguido de un lamento.
que al correr tras un destello,
una voz se desvanece
y se dice que en el Sena
en sus aguas se fundieron.


("Rusty Andecor")


Nuestro amigo René suele colgar, junto al candado que se supone pertenecen a la dama y al poeta, estos versos que yo escribí para  darle más poesía a la leyenda y que aparecen en francés así:


Panorámica nocturna del "pont des arts", en el momento
en que debió suceder el desenlace del encuentro en el Sena.

Sous le ciel de Paris
et sur le pont des arts,
la magie d´une nuit
et l´attente de´une reunión.
lorsque la valse sonnait en abril
deux amants courtiser,
une crainte silencieuse
et est suivie par une lamentation
que de courir après un flash
s´estompe la voix
et il est dit dans la Seine
fondu dans l´eaus

"Rusty Andecor"
rustyandecor@gmail.com



Una vez escribí: "Hay que ser prudente y precavido con los sueños, pues nuestra sensibilidad, sutileza y turbación pueden crear un desvarío en nuestra imaginación y fantasía. Hay que estar alerta y procurar despertar de esos sueños cuando la distorsión entre nuestras ilusiones y desencantos nos tienten y nos lleven al infortunio de la fatalidad. Si permitimos que las sirenas nos entusiasmen con su canto y dejamos que llamen en nuestros sueños con tal fuerza y fascinación, no podremos evitar seguirlas ni encontrar el camino de retorno a la realidad". Puede que ese viejo poeta, nuestro protagonista del cuento, le ocurriera algo parecido y se dejase arrastrar por el hechizo de aquella dama. Puede que ni siquiera se diera cuenta de que ella era la Sirena del Sena, la que con su canto le llevaría el desvarío de su imaginación y la distorsión de sus ilusiones. Quizá el viejo poeta se viera tan atrapado en sus sueños y en la fascinación de su Dama que... no pudo evitar seguir a su sirena "la dama del Sena", ni encontrar el camino de retorno a la realidad".
  

Despierta, viejo amigo,
vive alerta en esos sueños,
que hay sirenas que nos llaman,
que nos cantan, las seguimos
y jamás ya somos dueños.

-->
Cuidado con los besos que nos cantan las sirenas,
nos hechizan, pues nos miran ruborosas;
con su encanto nos seducen, pues se saben son hermosas,
que acarician zalameras y consuelan nuestras penas.



.





(El Puente de las Artes "Le Pont des Arts", en una tarde de niebla)

sábado, 19 de noviembre de 2011

Café de París. Homenaje a la ilusión y a "la música más hermosa del mund

El Café de París, para los “corazones ensoñadores”, como muchos de nosotros, es la caja de música en la que se guardan nuestros más hermosos sueños. A veces, es necesario destaparla y abrirla, para escuchar la armonía deliciosa de sus melodías, los acordes de un nostálgico acordeón, la dulzura de un violín o un cello, la intensidad de las notas de un piano, o aquel mágico carillón que hacía sonar la musiquilla de la vieja “caja de música”.

El Café de París es… además, un homenaje a aquella “música más hermosa del mundo” que un día comencé a escribir y a envolver con la música más maravillosa del universo.

Quizá, veamos esa imagen de espaldas
El Café de París es, también, el lugar en donde se guardan los aromas de las sonrisas y los instantes de los recuerdos que jamás olvidaremos. Por eso, no deberíamos de resistirnos a entrar en él, pero a través de la puerta de los sueños, para encontrarnos con esa imagen, aunque la veamos de espaldas, porque… su magia nos convertirá en testigos de aquella escena tan maravillosa que ocurrió en nuestro Café de ilusiones. 

El Café de París es… ¡cómo no!... un espacio empapado de magia, lleno de esos personajes tan entrañables que son “mis amigos con alma sensible”, aquellos que aún conservo y que me regalaron su compañía y su afecto durante ¡tantos años! Es un lugar lleno de sugerencias, que solo conocen, quizá, muy pocos de esos amigos míos. Y es también un escenario fantástico en el que conseguí una actuación única y exclusiva, para celebrar el acontecimiento del milagro de cuanto ofrecía ese Café, con la intervención de 3 grandes “damas de la Chanson” que yo he adorado siempre: Francoise Hardy (*), Sylvie Vartan (*) Jane Birkin (*); y en la que tampoco podía faltar la sugestiva interpretación de Stephanie Valentin (*), envuelta en luces de rojo pasión, ni la apasionada e intensa Patricia Kaas (*). Ellas cantaron en un concierto memorable e inolvidable, y sus asistentes jamás podremos olvidarlo. Aquel “Café de París, tan deliciosamente pequeño e íntimo, esa noche se hizo tan grande que pudo cobijar todos los sueños de quienes asistimos a un espectáculo increíble y hermoso. Yo tuve la suerte de grabar ese recital desde un lugar privilegiado del Café y todos los temas de aquella velada están a disposición de los amigos que me lo pidan; yo se los regalaré, con todo el cariño.

Stephanie, envuelta en color rojo,
cantando en el Café de París
Pero volviendo a los orígenes de la razón de mi homenaje a “la música más hermosa del mundo”, recuerdo que cuando decidí hacer la selección y el montaje de este álbum que titulé “Café de París”, pudiendo hacer así un homenaje de recuerdos a un rincón virtual exclusivamente de solo esos mágicos asistentes imaginarios, quise gratificar a quienes, entre mis amigos, más calaron la sensibilidad del mensaje musical de mi álbum, no solo con ese aroma de la ilusión de su exquisito café, sino con el carácter refrescante y nostálgico de una colección de temas empapados de la brisa de la música de París, pero también con todo un derroche de guiños simbólicos y de sugerencias.

Con el mensaje de poesía y música de mi Café de París, quise evocar el aire y el ambiente de un París con sabor a acordeón  y a recuerdos de un Sena (*) que, a veces, suele aparecer en el cuento de mis sueños. Por ello, se me ocurrió extraer de mi colección algunos de sus fragmentos más significativos, quizá aquellos, que durante los siete años que tardé en escribir y en seleccionar mi modesta obra, con el particular mensaje de su sonido, me dieron más satisfacción y recrearon en mí esa dosis de fantasía y de ilusión, que necesito ahora para seguir buscando más de esa poesía que contiene ese océano musical tan maravilloso, como es el de las nuevas“bandas sonoras”, que sirven de fondo y argumento para comunicarnos con ese fantástico mundo de los sueños que aparece en el cine.

El bello París, la ciudad del amor
Además, introduje en ese álbum musical algunos temas que son piezas simbólicas de esa leyenda que nos recuerda el bello París (*), la ciudad del amor, y que nos devuelve el mensaje de otras épocas, pero interpretadas por una de las orquestas más representativas: la Orquesta Montavani (*)También añadí alguna de las reliquias, si no las que mejor representan ese popular estilo “musette”, sí las que evocan ese singular peregrinaje parisino “con olor a calle estrecha, absenta, simbolismo y bohemia, en donde a menudo asoma la desesperanza y el desamor”, como aquella vieja melodía que interpreta el “accordion” de Tony Murena (*) y el de Louis Peguri (*), extraído de una recopilación grabada en los años 40, que precisamente se titulaba “Café de París”; o la frescura de esos valses de Jean Corti (*), recogidos,  sin dejar atrás ni ese Romance de barrio, de Emilio Bertrand, ni la aparición del mismo Jan Holland (*), intérprete de esa "música más hermosa del mundo" (*) que ya conocen mis amigos como "Encuentro en París(*) ni el simpático vals “La Victorine”, al que yo he renombrado como “Café de París”, y con las que, entre todas, nos traen el sentimiento de la estampa empapada de un París ensoñador y bellísimo.



Tampoco podía faltar en los volúmenes del álbum, la introducción y colofón con esos temas magistrales de algunos de los grandes compositores que suelo elegir, extrayéndolos de parte de esas exquisitas bandas sonoras del cine. Con ellas, marcadas en el primer caso, con el sello de una breve obertura, no dejo de ocultar el comienzo de un relato de sentimientos y emociones, ni la sugerencia de esas necesarias notas de esperanza que jamás dejaremos de buscar, y que siempre quedo reflejadas en la conclusión, Así, y en ambos casos, dejo entrever la fascinación del diálogo instrumental y la descripción emotiva que expresa la intensidad de la cuerda, el viento y la percusión en todas esas composiciones.

Dos artistas tocando "Encuentro en París"
En la descripción musical del álbum he querido evocar, a los que nos dejamos llevar por la ilusión de nuestros sueños, toda una galería de imágenes emotivas, envuelta de ilusión, en el recorrido por la magia de un París eterno y romántico, y un paseo por los sentimientos que, de una forma u otra, expresan nuestros corazones y sugieren a veces nuestros ocultos deseos; y ello, mediante la sugestiva representación de significados visuales que aparecen al final de este espacio en las imágenes enmarcadas con sabor a brisa de la música de París, como también a través de la celebración del sonido de un acordeón, de los violines y el cello o de la fiel compañía de un piano, y siempre, dentro de esa dimensión impresionante, que es la música.

Y es que, buscando reconciliar un epílogo más emotivo y descriptivamente ensoñador, se me ocurrió ensalzar más aún toda la amalgama de sabores musicales d ”accordion parisien” (*) y mezclarlos, mediante esa anarquía que me caracteriza, quizá, con la pomposidad y grandilocuencia de esos poemas sinfónicos que ilustran algunas hermosas bandas sonoras y que me han servido en mi obra, como obertura o preludio, y también como conclusión o epílogo, con toda la elocuencia que he reproducido a través de mi fantasía de relatos. 

He querido, también, quedar aquí una muestra de algunos de mis versos, dedicados a parte de los temas musicales de mi álbum, dibujados en forma de cuento, y que aparecen en su libreto:

Poema que ilustra un tema (*) en que describe la "estampa del Sena, ambientado con el color mágico y nocturno del acordeón", y que representa el más deseado de los sueños de... la dama del Sena: aquel nostálgico paseo a través de un crucero nocturno. La pintura musical nos hace, en este tema, la frescura de una noche romántica y... la sonrisa de esa "dama del Sena". 

“Me gustan los recuerdos de una noche sobre el Sena,
y en aquel puente, escuchando el acordeón.
Me gusta soñar con los besos mojados de la brisa,
con la emoción de aquel abrazo, y tus suspiros… de pasión”

Y éste, es un poema que ilustra, también, ese tema que yo renombré como "Café de París", describiendo cómo un ilusionado amigo consigue volver a ver a su dama, aquella que lo había olvidado, y le pide bailar en el Café de sus sueños ese vals, sucediendo que, en realidad, no era su dama la que bailaba con él, sino sus sueños; porque... lo cierto es que él nunca sabría que  solo bailaba con su propia ilusión. Le quedaba el recuerdo de su sonrisa y el de sus ojos, pero su fragancia era tan fuerte que el destello quedó aún en sus brazos mientras le parecía que bailaba el vals en aquel Café de París.   
La buscaba en el olvido, de quimeras e ilusiones
El artista escondió ese destello bajo el retrato de un desconocido;
pero yo conservo su imagen en la foto original
entre mis sueños perdidos y en mis cuentos y ficciones
y no había duda, porque junto a mi musa, estaba ella
en aquel retrato de aquel bohemio pintor

Era el destello de un rostro,
un reflejo entre las flores.
Sé que ahora la imagen se ha ido,
quizá se fue tras su destino.
Solo quedan los retratos de mi musa y sus amigos

Quizá, aquella noche, la encontré;
que perdido en oscuros bulevares,
su fragancia me llevó a aquel Café.

Quizá, cuando entré en sus lugares
y creyendo que con ella yo bailé
solo fue con un hada de mis mares

Quizá, el duende de la noche se la llevó con sus amores
y no supe que abrazando a su imagen, en  mi danza
No supe que solo abrazaba mi reflejo de ilusiones,
y que bailaba aquel vals con un mis sueños de colores
solo tuve su reflejo, en mis sueños de colores.

Y aquel destello que fuera el reflejo más luminoso del espejo del universo de mis sueños...

Perdió aquella sonrisa clara y hermosa,
la de un color transparente,
la de una estampa de otoño,
la que lucía entre cellos,
la que se mojó de sus labios
su eterno ramo de rosas.

La que ofreció un corazón generoso,
la que pintó en Barcelona un artista
y que brilló en una tarde lluviosa.
La que soñó ese poeta gozoso
por dibujar el Café de París
y aquel encuentro en el Sena.
La que acabó en una historia amorosa
y salpicó a un desencanto su pena.


Patricia Kaas  (*), estrella de la chanson del Grand Cabaret, en un alarde interpretativo, apasionado y emotivo, también; iluminada también de rojo en su rostro, nos declama estos versos:

"Con el tiempo, todo se va; 
el amor que adoramos, 
que vemos en una mirada,
o en aquellas palabras bellas

o en tus juramentos... 
bajo l
 as estrellas"

Aunque aquel ilusionado amigo, embelesado mientras escuchaba a la chanteur, pensaba así:

“Con el tiempo, todo se va
y desfallece 
y hasta el más grande amor 
se desvanece.

Se olvidan las voces
se van las pasiones
se aleja el calor

de aquellas canciones”
Con el tiempo, nuestras ilusiones
se ven al revés
y aquel que fue “nuestro  mundo”
ahora, helado y vacío, es...
un gran Cabarét”

También... y aprovechando un tema musical de los incluidos en el álbum, destacar mi perspectiva de la ilusión, como puerta de entrada a ese Café de París, que es también nuestro "Circo de la vida":

Por eso, con el mismo color y sabor romántico que describe un tema


Cuando necesitemos soñar... siempre nos quedará
un Café de París en algún rincón del universo
Bueno... yo quería deciros, amigos míos, que en ese Café de París, que cada uno de nosotros conoce y sabe que está en alguna parte de su maravilloso universo, están... allí guardadas... todas esas sonrisas felices que celebramos… aquellos días. Y en ese fantástico Café, también están los colores y aromas de los instantes que más nos gratificaron y el sabor del café que los acompañó. Solo hay que entrar en él, como ya os dije, a través de la magia de esa puerta de nuestros sueños.




Para los que lleguen a leer mi “fantasía literaria”, esa que escribí en mi libro El Café de París, con la recopilación de la música de su álbum, sabrán que esa obra estará dedicada a ellos, o al menos a quienes gustan de “colarse” en el café de su ilusión, a través de esa “puerta de los sueños” que le lleva a escuchar aquella melodía que guarda en su recuerdo y que puede imaginar en “su vieja caja de música” o en este Café de París.
                 
Pero sobre todo, su música, también está dedicada, simbólicamente, a mi amiga Audrey, que por eso está aquí, sonriendo, y a un destello que solía brillar en el reflejo de mi espejo, pero que se apagó en silencio y de improviso, y jamás supe ya de él.

Y finalmente, también esa música, está especialmente dedicada a aquellos de “mis amigos” que supieron entender “la música más hermosa del mundo” que yo les ofrecí. Pero, sobre todo, a los que, como en aquella otra dedicatoria que ya les hice una vez, pudieron escaparse a ese universo maravilloso de sus sueños y pusieron su propia letra y relato a algunos de los poemas musicales que contiene este álbum titulado El Café de París.
















Ángel González "Rusty Andecor"

Quiero aclarar a mis amigos visitantes que los textos subrayados con un asterisco (*) al margen, al igual que el título de este artículo, contienen hipervínculo de enlace con vídeos musicales, si se activan con un clic sobre dicho texto.


Mientras terminaba de escribir parte de la "literatura" de mi libro musical "El Café de París", tenía en mis oídos ese legendario y hermoso vals "Sous le ciel de Paris" y recordé la vieja canción, de la que os quedo aquí una versión de Eva López, mi artista invitada para este rincón de mi Café (haciendo clic en el título). Entonces, busqué mi inspiración para componer unos versos basados en el mensaje que, de alguna forma, creo que quiso decir el artista que dibujó lo que vio… bajo los cielos de París. 


Dos enamorados bajo el cielo lluvioso de París
Este poema se lo dedico muy especialmente a esos “amantes de París” que yo he dibujado en este mágico Café. Y también, para vosotros..


Bajo el cielo de París cantan dos enamorados,
su alegría, sus rubores,
sus secretos más callados,
su esperanza, sus amores,
mientras llueve "dans les rues et sur la Seine",
y se abrazan y se besan, empapados

Otros enlaces (haciendo clic) que reproducen tres actuaciones de Eva López, mi artista invitada para este rincón del Café de París:  La vie en roseParlez-moi d´amour y L´accordéoniste.

Stephanie Valentin, otra de mis "debilidades francesas", con su violín, improvisa una actuación callejera en una calle junto al Sena, acompañando, entre otros y ¡nada menos! que al acordeonista Jo Labita, en el grupo Jazzimuts. El tema es Viaggio (Hacer clic en él).  Os invito a que lo disfrutéis.

Miraba de cerca la escena, quizá me encontraba en el Sena ...allí en mi Café
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Miraba de cerca la escena,
Miraba de cerca la escena,, pintada en aquel carrusel,
quizá me encontraba en el Sena en sueños de un anochecer
(... era una presentación de diapositivas)
pintada en aquel carrusel;
quizá me encontraba en el Sena
en sueños de un anochecer.

Mas pude escuchar su perfume
envuelto en la noche más fiel;
un piano cantaba una pena,
un desventurado querer.

Después repasé mis recuerdos,
lejanos, contigo una vez;
soñé que acabó mi condena
y entré en un hermoso Café.




Porque... sin pretender ser empalagosamente pretencioso con esa decoración aparentemente "refinada" y cursi de mis versos, esa "presentación" de diapositivas sucesivas y que regalé en mi definitiva despedida a quienes fueron mis amigos, envuelta en la pintura de un Sena nostálgico, unas veces encantado, otras lúgubre, me lleva, con sus aromas nocturnos y su música pletórica de melancolía, al recuerdo de una vieja promesa con la que habría de haber empapado mi identidad en aquellas aguas dibujadas con penumbras e impregnadas de valses perfumados de acordeón. Porque... ese maravilloso Sena y su ensoñado "encuentro" puede llevarnos, a los que conservamos la ilusión de sonreír cuando contemplamos algunas de estas imágenes, a esta mágica caja de música llena de recuerdos y de esperanzas... llamada Café de París.


Ángel González "Rusty Andecor"


Para aquellos amigos míos... de siempre, que entren en este Café de París:

Un café... mientras aparezco entre tus sueños

"De mi lealtad hacia vosotros,
ante el olvido
y ante ese tiempo que pasó;
de mi recuerdo y de mi amistad
si os he cumplido,
y del trabajo entre compañeros
y compartido en complicidad;
de anecdotarios
de discusiones y de tertulias
y de comidas y de cafés,
os quedo muestra de mi último rastro:
mi reflexión, una vez más
y de un café pintado en sueños, 
con los latidos de corazones
que os pertenecen y os ennoblecen
y con el brindis de mi lealtad.
Porque es momento de ilusiones
porque es el tiempo de Navidad"


.




Os he buscado un reservado, para los que sentís la nostalgia de evocar aquellos maravillosos cafés que compartimos... ¡tantas veces! Yo mismo puedo serviros ese café, o tal vez... una copa.
Es un reservado para vosotros, mis amigos de siempre. Os invito... ¿una copa? ... con mucho hielo?
Y para ese destello que desapareció y que debe encontrarse en algún universo lejano, he preparado este reservado, iluminado muy suavemente, porque si aparece, con su brillo y sus radiantes colores... seguro, seguro que inundará con su luz y su belleza este lugar de... su Café de París.