Miraba de cerca la escena,, pintada en aquel carrusel, quizá me encontraba en el Sena en sueños de un anochecer (... era una presentación de diapositivas) |
pintada en aquel carrusel;
quizá me encontraba en el Sena
en sueños de un anochecer.
Mas pude escuchar su perfume
envuelto en la noche más fiel;
un piano cantaba una pena,
un desventurado querer.
Después repasé mis recuerdos,
lejanos, contigo una vez;
soñé que acabó mi condena
y entré en un hermoso Café.
Porque... sin pretender ser empalagosamente pretencioso con esa decoración aparentemente "refinada" y cursi de mis versos, esa "presentación" de diapositivas sucesivas, con la pintura de un Sena nostálgico, unas veces encantado, otras lúgubre, me lleva, con sus aromas nocturnos y su música pletórica de melancolía, al recuerdo de una vieja promesa con la que habría de haber empapado mi identidad en aquellas aguas dibujadas con penumbras e impregnadas de valses perfumados de acordeón. Porque... ese maravilloso Sena y su ensoñado "encuentro" puede llevarnos, a los que conservamos la ilusión de sonreír cuando contemplamos algunas de estas imágenes, a esa mágica caja de música llena de recuerdos y de esperanzas... llamada Café de París.