Desde este Café de París un abrazo a todo París

Desde este Café de París un abrazo a todo París
El Puente de las Artes ("Pont des Arts") bajo la noche de París. Es el puente de los candados del amor, el puente de los enamorados.

domingo, 15 de enero de 2012

El cuento de la Dama del Sena y el viejo poeta ("La légende de la Dame de la Seine et le vieux poète)

La belle dame de la Seine recorre las calles de
París, para encontrarse con su poeta, en el Sena.
Quizá su equipaje contenía lo que había prometido
a su amigo para hacer… un largo viaje.
(Casualmente, encontré la pintura que,
según la leyenda, describe a la Dama)
(Dicen que "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia". Por eso, si algún indicio o seña de este cuento parece estar relacionado con algún acontecimiento o personaje real, es evidente que no es más que una casualidad. Es la imaginación del autor de este relato y la leyenda que pude recuperar y tal vez mitificar, la que me llevó a darle vida a este suceso)
Cuentan que una vez una dama muy hermosa y elegante hizo un largo viaje, desde un “universo muy lejano”, y llamó a un viejo poeta, amigo suyo que había conocido mucho tiempo atrás, para agradecerle y reconocerle el afecto y la devoción que tuvo hacia ella, al hacerla su musa y la inspiración de todos sus poemas. Por ello, le pidió reunirse, para poderlo ver en un lugar de la eterna y romántica “Paris la Belle”, en… un encuentro en el Sena.
Cuentan que, habiendo acordado ya la cita, precisamente allí en una orilla muy cercana al “puente de las artes”, aquella “Dama del Sena”, como la leyenda la llamaría después, recorrió presurosa las calles y bulevares de París, para encontrarse con el viejo poeta y poder entregarle “algo más” que el testimonio de su gratitud, contribuyendo así al deseo de ambos de hacer realidad sus sueños, el de verse un día en la magia del Sena.
Dicen que, llegado el momento, cuando se produjo el encuentro en el Sena.
Había transcurrido un tiempo, tal vez inconmensurable para el poeta y para la dama. Quizá el tiempo no formaba parte de la necesidad o de hacer posible la felicidad de aquellos seres que se habían encontrado. Quizá el encanto era solo un instante súbito e inapreciable o precisamente un hechizo que había detenido el tiempo, y al que seguiría el principio de… un sueño eterno.
Cuenta la leyenda que en aquel instante, en que la proximidad de los dos enamorados se producía, bajo el cielo de París y las luces aún del crepúsculo del atardecer, y sobre el romántico puente de los enamorados, junto a la mirada sonriente de la dama podía verse un presente que, de su mano, ésta ofrecía al poeta; parecía...  ¿una rosa de mazapán? Entonces, muy despacio, el poeta comenzó a acercarse a su bella dama para coger aquello que tanto le atraía y también para envolverse con el perfume y el sabor de su sonrisa y que ahora veía en aquella aparición.
El Puente de las Artes (“Pont des Arts”) o  Puente de los candados. Es el puente más romántico de París

Lugar de la barandilla del puente de los candados,
en donde y según la leyenda el poeta debió contemplar
la imagen de su ilusión, para lanzarse después al Sena,
al querer abrazarse a ella.
Dicen que aquella escena se sucedió entre el transcurso en que las luces del atardecer caían y el anochecer estrellado y sereno, sobre aquel “pont des arts”, y en el marco de la quietud de las aguas tranquilas y oscuras del Sena. Y dice la leyenda que, mientras el poeta se acercaba a la imagen de su dama y contemplaba su sonrisa y el resplandor de su semblante, ella no dejaba de invitarle para unirse a un abrazo, en tanto que el mágico escenario que formaba la visión de la dama parecía alejarse hasta quedar suspendido encima de las aguas del Sena.

Pasarela de madera del ”Pont des Arts”, animado por
músicos y artistas, ajenos esa noche a un viejo poeta
que se apresura a saltar por la balaustrada
del puente para alcanzar su sueño.
Y fue entonces cuando, sin darse cuenta ni ser consciente de lo que hacía, dejándose llevar por el impulso de su propia mano, que se extendía hacia adelante como para querer conseguir abrazar aquella visión, olvidándose del escaso espacio sobre el que se hallaba en el puente, el poeta desafió sus límites y no dudó en ir tras su ilusión y saltar al vacío.
El poeta había reconocido “la música de la voz de su dama”, que le decía, susurrándole: “Estoy aquí, mi viejo poeta, mi eterno amigo del alma; pues comprendí que tenía que venir a este lugar, a las orillas de nuestro amado Sena, para encontrarme contigo y para darte las gracias por no haber olvidado tu querido destello y haberlo pintado en tus versos, como la dama de tus sueños. Por eso, te ofrezco este presente, el que tengo en mi mano, porque sé que con él puedo endulzar tu corazón y aliviar tu pena, la que tienes desde que comprendiste que nuestro amor es imposible y solo puede ser un sueño y su destino está aquí, en las profundidades del Sena. Y por eso te traigo mi sonrisa, porque si la abrazas puedes fundirla con la tuya”.
Cuentan que alguien pudo contemplar en las oscuras aguas
del Sena, esa noche, la imagen de esos dos rostros muy
unidos y juntos a ellos la cola plateada de una sirena.

Cuentan que, mientras el poeta, en su afán de unirse al abrazo y seducción de la sonrisa de su belle dame, no pudo evitar perseguir esa imagen, ni precipitarse después sobre las frías, apacibles y tenebrosas aguas del Sena, y sumergirse dentro de sus profundidades. Y cuentan que la música de aquel vals dejó de escucharse, produciéndose después un silencio estremecedor.
Dice la leyenda que quienes se encontraban aquella noche en las inmediaciones del lugar del suceso y los que pasaron muy de cerca, embarcados en los bateaux que navegaban por el río, pudieron contemplar, sobre las oscuras aguas, la imagen de dos rostros muy unidos que sonreían felices. Aunque algunos observaron cómo junto a ellos podía distinguirse la cola de una sirena que se movía también, al compás de las aguas.
Un amigo que conoce la historia, pudo conseguir esta foto
del acordeonista que toca el vals cada tarde, en el puente.
Y se dice, además, que quienes se acercan al lugar, en la medianoche, a la misma hora en la que todo aconteció, y también en sus proximidades, cada nochese oye la música de aquel mismo vals, el del "encuentro en el Sena"aunque no se sabe de dónde procede, pero esta vez interpretado, no por aquel acordeón, sino por el sonido de un piano, cuyas notas expresan una profunda, aunque bella tristeza. Algunas noches, cuando hay luna llena, se oye el canto también muy triste de una sirena; como si quisiera decir algo cuando suena aquella músicaq. Y en el puente, muy próximo al lugar junto a la barandilla en donde el poeta se lanzó al Sena, al querer buscar el abrazo de la imagen de la Dama para unirse con ella, suele encontrarse, allí sentado, sobre las tablillas de madera y cada atardecer, un acordeonista que toca aquel vals, imitando con toda su fidelidad la melodía y con el mismo aire y sentimiento con el que, según se dice, se oía cuando se produjo “el encuentro” entre los dos amantes.
Daniel Pipard, “Le Peintre du Pont des Arts”,
fue quien reprodujo el retrato de “La Dama del Sena”,
aunque esta foto (de Robert Doisneau) no corresponde
a la ejecución del retrato, sino al de una bailarina.
Soy Rusty Andecor, músico retirado y componedor de versos, aunque eso sí, como eterno aprendiz. Lo cierto es que, además de conocer la leyenda, tengo un amigo que quedó también fascinado por los acontecimientos de esta historia y sé que se adentró en el lugar del “encuentro” y en el ambiente que rodeaba al momento en que la dama y al poeta se reunieron. Mi amigo Bernard, al que conocí aquí en Coria, donde vivo, hace unos 30 años cuando ejercía su actividad docente en un centro de la ciudad como traductor de francés, y que vive desde entonces en París, muy cerca del Sena, se ocupó de averiguar que un artista llamado Daniel Pipard, el que aparece en la foto, pintó el retrato de quien, coincidiendo con los rasgos y la expresión que la identificaba, parecía que debía tratarse de la Dama del Sena. Mi amigo Bernard indagó, preguntando al pintor ya retirado, y éste le dijo que su aparición ante él se produjo, curiosamente, ya después del suceso que debió acontecer tras “el encuentro”, según se supo de aquellos que contemplaron después los vestigios aparecidos sobre las aguas del Sena. El artista le explicó que el retrato era un encargo que ella tenía que entregar a cierta persona, aunque no llegó a tener tiempo de conocer la identidad, de ésta ya que al terminar el trabajo, pudo darse cuenta que la dama había desaparecido. El retrato se lo compró un pintor que vino exclusivamente preguntando por él, al parecer sin haberlo visto anteriormente. La foto reproducida pertenece a una colección del prestigioso fotógrafo parisino Robert Doisneau, llamado “El pescador de imágenes”, aunque quizá el momento de la ejecución de ese retrato no corresponda con la del de la pintura de la Dama del Sena.

Me sorprendió la sonrisa de aquella dama y la que vi en ese auténtico
retrato de la Dama del Sena ...con algo que ofrecía de su mano.
Lástima que ese auténtico retrato no sea el que aparece aquí, en la foto
del pintor. Alguien quería impedir la identidad de la imagen de esa

Dama y la hizo desaparecer (¿quién es la que aquí aparece?)
El artista que lo adquirió, según parece, vivía en Barcelona y solía exponer los caballetes con sus retratos en el Paseo de las Ramblas. Hay un hallazgo que yo tuve la suerte de encontrar, precisamente en ese paseo, en una ocasión durante una visita que hice a esa ciudad. Me llamó la atención el retrato de Audrey Hepburn. Pero junto a él, había otra imagen: una dama que sonreía y que mostraba algo que ofrecía en su mano derecha. Me sorprendió la composición tal y como la recordaba, según la leyenda de la Dama y, cuando me interesé por el cuadro, el artista me respondió que se trataba de la Dama del Sena y que el autor del dibujo era un colega suyo de París llamado Daniel Pipard. Pude foltografiar el caballete con el retrato y los demás que allí colgaban, y también el artista de espaldas. A la mañana siguiente volví para investigar sobre el origen del retrato y por si podía adquirirlo, sin importarme su precio. Pero el pintor ya no estaba allí y no pude encontrarlo por más que indagué. Encargué a una amiga mía que hizo también una visita después a Barcelona que lo buscase; le di una copia de la foto que hice, pero ella tampoco encontró al artista.

En frente, mi amigo Bernard, dirigiéndose al lugar del
del encuentro durante la tarde en que allí nos embrujamos
con la atmósfera de aquel puente y de su leyenda
A decir verdad, nunca más se supo del regreso de la dama ni del poeta a un nuevo “encuentro en el Sena” , como tampoco se volvió a oír el vals que tocaba aquel desconocido acordeonista, aunque tras muchas indagaciones supe de un vals titulado “Anette”, cuya melodía era completamente idéntica a la que se escuchó aquella noche en que la dama y el poeta se encontraron en el romántico “puente de las artes”, sobre el Sena. Y lo cierto es que, hace pocos meses hice una visita a París, vi a mi amigo Bernard y los dos estuvimos una tarde, hasta muy avanzada la noche, disfrutando de aquel hermoso puente. Quisimos buscar la atmósfera de aquella noche e imaginar el suceso, o tal vez su ilusión. Pero antes tuvimos ocasión de ver y hablar con René, el acordeonista, que nos llevó al lugar en que, según se dice, se produjo el momento en que la belle dame de La Seine llevó a le vieux poète hasta las frías aguas del Sena. Allí, René solía tocar su acordeón, interpretando algunas de las musettes y de los valses con el sabor más parisino. Cuando lo encontramos, no parecía dispuesto a contarnos nada de lo que él podía conocer de aquella historia, pero supimos encontrar su punto débil cuando le preguntamos por el vals del "encuentro". Nos dijo que lo aprendió de un viejo acordeonista que había conocido años atrás y que también lo solía interpretar en el mismo lugar. Al parecer, el viejo, que por desgracia ya había fallecido, conocía algunos detalles más de la leyenda, tales como que el nombre de la Dama del Sena era Annette, y por esta razón alguien, o él mismo, compuso aquel vals.

Y finalmente… hay un rastro que nos queda de “la legénde des amants de la Seine”, el del misterio de los candados. La tradición dice que los enamorados que se juran amor eterno en el puente de las artes, llevan un candado allí y graban sus nombres o iniciales antes de cerrarlo. Lo atan en el enrejado de la barandilla, a veces con una cadena, y lo cierran, tirando la llave al Sena. El compromiso queda sellado con un abrazo y un beso, para significar que su amor va a perdurar por los siglos de los siglos. A veces, los enamorados borran después sus propios nombres para evitar que el maleficio de las sirenas celosas de su amor les envíen alguna desgracia. Se sabe que el ayuntamiento de París los hace desaparecer cada cierto tiempo para preservar la estructura del puente, pero cada mañana, después que los empleados de limpieza hacen su trabajo, el candado de la dama y el poeta aparece enganchado en el mismo lugar. René nos contó que, la última vez que se hizo este "asalto" a la tradición del juramento de los amantes, se quedó allí vigilando .toda la noche para ver quién llevaba y ataba el candado del "encuentro en el Sena" en el sitio en donde siempre estaba. No pudo darse cuenta de cómo apareció de nuevo; quizá fue un descuido por el sueño, pero allí volvía a aparecer el candado del amor, con la fecha en que volvía a renovarse el juramento, el 10 de abril de 2010, y una frase que decía "amantes para toda una vida de amor infinito". Los nombres estaban borrados, pero René nos hizo ver el rastro de las palabras dame y La Seine.

Mágico momento de la noche y lugar en donde debió
producirse la ilusión del abrazo de los amantes del Sena
Bajo el cielo de París
y sobre el puente de las artes,
en la magia de una noche
y a la espera de un encuentro,
cuando el vals sonó en abril
cortejando a dos amantes,
un silencio sobrecoge
y es seguido de un lamento.
que al correr tras un destello,
una voz se desvanece
y se dice que en el Sena
en sus aguas se fundieron.


("Rusty Andecor")


Nuestro amigo René suele colgar, junto al candado que se supone pertenecen a la dama y al poeta, estos versos que yo escribí para  darle más poesía a la leyenda y que aparecen en francés así:


Panorámica nocturna del "pont des arts", en el momento
en que debió suceder el desenlace del encuentro en el Sena.

Sous le ciel de Paris
et sur le pont des arts,
la magie d´une nuit
et l´attente de´une reunión.
lorsque la valse sonnait en abril
deux amants courtiser,
une crainte silencieuse
et est suivie par une lamentation
que de courir après un flash
s´estompe la voix
et il est dit dans la Seine
fondu dans l´eaus

"Rusty Andecor"
rustyandecor@gmail.com



Una vez escribí: "Hay que ser prudente y precavido con los sueños, pues nuestra sensibilidad, sutileza y turbación pueden crear un desvarío en nuestra imaginación y fantasía. Hay que estar alerta y procurar despertar de esos sueños cuando la distorsión entre nuestras ilusiones y desencantos nos tienten y nos lleven al infortunio de la fatalidad. Si permitimos que las sirenas nos entusiasmen con su canto y dejamos que llamen en nuestros sueños con tal fuerza y fascinación, no podremos evitar seguirlas ni encontrar el camino de retorno a la realidad". Puede que ese viejo poeta, nuestro protagonista del cuento, le ocurriera algo parecido y se dejase arrastrar por el hechizo de aquella dama. Puede que ni siquiera se diera cuenta de que ella era la Sirena del Sena, la que con su canto le llevaría el desvarío de su imaginación y la distorsión de sus ilusiones. Quizá el viejo poeta se viera tan atrapado en sus sueños y en la fascinación de su Dama que... no pudo evitar seguir a su sirena "la dama del Sena", ni encontrar el camino de retorno a la realidad".
  

Despierta, viejo amigo,
vive alerta en esos sueños,
que hay sirenas que nos llaman,
que nos cantan, las seguimos
y jamás ya somos dueños.

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Cuidado con los besos que nos cantan las sirenas,
nos hechizan, pues nos miran ruborosas;
con su encanto nos seducen, pues se saben son hermosas,
que acarician zalameras y consuelan nuestras penas.



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(El Puente de las Artes "Le Pont des Arts", en una tarde de niebla)